Saturday, June 03, 2006

La Fuerza de la Inercia


Yo no soy rara. Uno no es rara porque le de miedo ir en tren. El otro día escuché a mi madre decirle a una amiga que estas vacaciones habían pensado que quizás lo más conveniente sería que hiciésemos el viaje en tren, en vista que yo ya había superado una de mis rarezas y ya no me daba un miedo aterrador un viaje en tren.

De acuerdo, el temor a morir es raro. Pero qué tiene de raro tener miedo a morir de un modo tan brutal, como podría decirse...¿aplastado?, ¿golpeado?, por la fuerza de un tren en marcha. La gente mayor es bastante extraña, le preocupan asuntos por los que no pueden hacer nada, solo preocuparse, en cambio, se desplazan tranquilamente por los pasillos de un tren, sin temor a dar un salto y verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren, lo que podría tener mortales consecuencias.

A lo mejor es que no se han dado cuenta, porque los mayores no saltan y tienen escasa, sino es que nula imaginación, y muchos, muchos temores sin razón. Por ejemplo, -cuidado te vas a manchar-, evidencia el continúo temor que viven los mayores, y ésta frase no sólo la dice mi madre, sino que también mis tías, mi abuela, incluso mi prima mayor cada vez que me dejan a su cuidado. Yo no entiendo qué hay de malo en ello, si por eso se lava la ropa, ¿no es así?. Las manchas tienen fácil solución. En cambio verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren es distinto. Eso no tiene reversa.

El otro día me dio mucha risa, me enteré que mi madre también había sido niña. Me estaba enseñando una fotos en blanco y negro, había una en que figuraban dos niñas apoyadas en un coche, sonriendo y vestidas de blanco, le pregunté que quiénes eran y me contestó que ella y su hermana (mi tía), ¡¡¿¿...??!! al principio no le creí, luego me explicó que todos los mayores han sido niños, no lo podía creer, incluso la abuela!!! me la imaginaba toda quieta en los recreos para no mancharse mientras sus amigas corrían por ahí. Así de quieta, como la abuela en los recreos, iba yo en los trenes, porque verse de un modo ipsofacto lanzada por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren no le hace gracia nadie. Eso inmoviliza a cualquiera.

Esto de que mi madre también ha sido niña, me ha desvelado muchos misterios. Por ejemplo ya sé que no juega a escondidas. Resulta que las muñecas que tiene con cara de porcelana guardadas en el armario, no están escondidas, sino que las guarda de recuerdo. Así me explicó, cuando le guiñé un ojo de complicidad al señalarle la caja supuestamente misteriosa para mi. Por eso que no me las presta, porque son delicadas y si yo las rompo, igual se olvida que un día fue niña, aunque yo creo que ya se le ha olvidado bastante, si no sabe ni jugar, ayer mismo jugando a las meriendas escupió mi riquísimo café y se puso a chillar que qué le había echado a "eso". Así es cuando te haces mayor, automáticamente se te quitan las ganas de jugar, yo no me lo creo mucho, yo seguiré jugando aunque sea a escondidas para no ser rara. Además, asi no se me olvidaré de jugar nunca jamás.

El otro misterio que se me ha desvelado, es el por qué los mayores son impasibles a la posibilidad de verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren. El otro día le pregunté a mi madre si ella saltaba y viajaba en tren cuando era niña, como a ambas preguntas me contestó que sí, entonces le pregunté que qué hacía en los trenes. Al principio, a juzgar por su expresión, se extrañó un poco, luego lentamente empezó a reir, resulta que armaba unas buenas correrías por los pasillos, era uno de los juegos favoritos con su hermana (mi tía), las carreras en el tren de principio a fin, sortenado toda clase de obstáculos en los pasillos. Y ahí la extrañada fui yo, ¿cómo un ser con tanta visión para trágicas consecuencias corría por los vagones tan descuidadamente???!!!. Nunca había visto reirse tanto a mi madre. Se estuvo carcajeando una semana entera de mi aprehensión de viajar en tren además de contárselo a todo el mundo.

Ahora ya no tengo miedo a los viajes en tren. Mi madre me ha explicado lo de la Fuerza de la Inercia. Ya salto sin temores en todos lados, en los trenes, en los ascensores, en los aviones, etc. Y también por esa misma razón, ahora no me gusta ir en coche, porque si derepente el conductor frenase, yo saldría despedida hacia adelante. Y nadie le gustaría verse de un modo ipsofacto lanzado por la fuerza de la inercia a través del parabrisas.

5 comments:

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