Sunday, November 05, 2006

Adjetivos calificativos


¿Y qué habrá sido de doña Enrica? ¿Seguirá tan seria y tan recta nuestra implacable profesora de Ética y Moral?

Aunque más que la ética o la moral, lo que le chiflaban de verdad eran los adjetivos calificativos. Sobretodo para descalificar. Sabía miles, y nosotras: Pili, Marta y yo, contribuimos a ampliar su colección.

Doña Enrica apareció en nuestras vidas, cuando comenzábamos a triunfar en nuestras primeras conquistas colegiales con el sexo opuesto. Llegó justo a tiempo para abrirnos los ojos.

Nos los abrió al sorprender a Pili embelesada por una declaración de amor proveniente de un joven interesado. Se indignó al comprobar que además de cursi, la carta estaba repleta de faltas de ortografía. La leyó en voz alta, resaltando cada error, provocando las risas de toda la clase. Ese niño claramente se estaba burlando de Pili.

Nos quedamos cabizbajas y humilladas por todos los suspiros dados por tanto niño desvergonzado falto de respeto. Pero doña Enrica, una mujer práctica y resuelta nos propuso un ejercicio que acogimos con entusiasmo. Consistía en describir a través de adjetivos calificativos a nuestro prototipo de príncipe azul y apuntarlos en un papel.

Esto nos permitiría evaluar de un modo objetivo si el candidato era digno de nuestra atención o no. Los listados eran interminables, aun me sorprende el amplio surtido de adjetivos, todos positivos, que en teoría podría albergar un solo hombre: guapo, simpático, comprensivo, inteligente, cariñoso y un largo etcétera.

A partir de ahí siempre salimos armadas con nuestra lista en el bolsillo. Al mínimo incumplimiento de los requerimientos establecidos, nos dábamos media vuelta ofendidas. Así pasó el tiempo con doña Enrica presidiendo las sesiones de revisión. Cuando una de nosotras creía haber dado con su hombre perfecto, convocaba a reunión para asegurarse de no haber cometido ningún error en su apreciación.

Ninguno sobrevivió a aquellas sesiones, la maestra siempre encontró un incumplimiento insalvable, que si bien por el momento podía no ser relevante, nos terminaría por hacer desgraciadas.

Todavía me acuerdo de un tal Marcos, el chico al parecer era un encanto y Marta suspiraba por él. Pero tal como está el mundo no se puede ser tan blandengue y falto de autoridad, y Marcos lo era. Fue mejor evitarlo ante la alta probabilidad de criar a unos hijos rebeldes y drogadictos.

De Daniel, me acuerdo mejor, por ese suspiraba yo y en la revisión de adjetivos fue aprobado. Pero antes de irnos doña Enrica me preguntó su edad y al enterarse que era cinco años mayor que yo, casi le da un soponcio. Fue la pregunta que me rescató por los pelos de un pervertido.

Tan ensimismadas estábamos en nuestra búsqueda, que no nos dimos cuenta que éramos las únicas que quedábamos sin haber tenido romance alguno entre nuestras conocidas, considerando incluso a nuestras hermanas menores y amigas.

Hasta que un día la hermana pequeña de Pili nos tuvo que abrir los ojos una vez más. Nos confesó cómo potenciales pretendientes rechazados por nosotras, nunca habían sido tales, sino que se habían acercado por curiosidad para luego reírse con sus amigos a costa nuestra. Sobre nuestros listados, convertidos en un mito, circulaban rumores de los más diversos.

Entramos en pánico. Esto no podía seguir así. Convocamos a sesión urgente, esta vez sin avisar a doña Enrica. Comenzamos la reunión normalmente, cada una enumerando los adjetivos que deberían ser capaces de describir a su príncipe azul. Nada más que esta vez, para mantenerse en la lista tenían que obtener aprobación unánime. El criterio, también era más riguroso, había que prescindir de los adjetivos convenientes y salvar sólo los imprescindibles.

Cada vez que uno caía, lo tachábamos, aplaudíamos y dábamos gritos de liberación. A medida que quedaban menos, nuestros ánimos estaban cada vez más encendidos. Cada listado se repasaba varias veces y la dificultad para eliminar los pocos que iban quedando aumentaba. Para facilitar la visualización escribimos en papeletas por separado cada uno.

La sesión se convirtió en una matanza de adjetivos calificativos y nosotras en sus sádicas asesinas. A los bien educados, inteligentes, y respetuosos los redujimos a bolas de papel que nos tiramos entre nosotras, los valientes, audaces y emprendedores volaron incendiados en forma de avión haciendo espirales balcón abajo, a los generosos, equitativos y justos los rasgamos en mil trocitos que volaron por la habitación y para terminar nos comimos a los simpáticos, graciosos y buen humorados.

Terminamos exhaustas, pero logramos finalmente la mínima expresión: un adjetivo calificativo por lista.

Pili, celosa hasta la médula, mantuvo al fiel. Marta, que soñaba con una prole numerosa, se quedó con el padrazo. Mi adjetivo fue el más difícil. En la sed asesina, llegué a encontrar todos prescindibles, incluso llegó un momento en que me quedé sin ninguno y tuve que improvisar un nuevo listado. Finalmente opté por el buen amante. Qué mejor para recuperar el tiempo perdido.

Esa fue la última reunión. Después de aquel episodio, las distintas circunstancias de la vida nos separaron y poco más supimos las unas de las otras.

Hoy, por coincidencia he recibido carta de Pili y de Marta. La primera se ha divorciado y ahora está tramitando la anulación. Resulta que en su búsqueda de un fiel que no mirase a otras mujeres, Piluca se olvidó de fijarse en cómo miraba a los hombres. Lo sorprendió en una situación bastante comprometida con su mejor amigo y casi los asesina a ambos. Ahora está en un doble proceso judicial, a la anulación se añade demanda por agresión y se despide diciéndome que no quiere saber mas nada de adjetivos calificativos.

Marta, la buenaza de Marta, está cien por cien dedicada a sus seis hijos. A su marido ya no, porque hace un año, oyó la llamada del Señor y partió a un pueblecito de México como misionero. Ahora está a cargo de 100 niños que lo siguen todo el día y lo llaman padresito. Dice que a lo mejor sería conveniente buscar un nuevo marido/padrastro, pero no tiene tiempo para confeccionar nuevos listados de adjetivos, que sería muy difícil ponerse de acuerdo entre los siete.

Y yo, pues sigo fiel a mi listado. He descubierto que el placer no está en el encuentro sino en la búsqueda. Prosigo en ella día a día y no quiero nuevos listados. Mantengo los ojos cerrados con fuerza para que nadie me los abra una vez más.

Friday, October 13, 2006

42 Sugus - Técnica Me Acuerdo

Me acuerdo cuando quise comprobar cuantos sugus cabían en mi boca. Tenía 7 años y fue un acto premeditado que hasta la fecha no le había contado a nadie.

Durante meses estuve guardando los sugus que mi abuela solía repartir entre los nietos. Este aprovisionamiento cual hormiga y sin motivo aparente alguno, me hizo ganadora del título de nieta comedida por parte de mi abuela, que orgullosa de mi se dedicó a publicar en la familia.

Este título de nieta ejemplar provocó varios intentos de sabotaje por parte de mis primos, lo que hizo peligrar mi objetivo. Varias veces los tuve que cambiar de escondite.

Finalmente después de tres meses de ahorro llegó el día. Me encerré en el cuarto de baño con los 42 sugus y uno a uno, delante del espejo me los fui echando a la boca.

Primero, muy fácilmente los amarillos, luego los naranjas, con dificultad y apretando los mofletes, los rojos y en último lugar, casi sin respirar, los azules. Todos cupieron y todos fueron tragados y deglutidos.

Salí orgullosa y victoriosa del cuarto de baño.

Al día siguiente, sin embargo, fui incapaz de contar al doctor mis sospechas de las cusas del fuerte dolor estomacal del que fui víctima.

Es desde entonces que desconfío de la gente comedida.

Amores que matan - Técnica Me Acuerdo

Me acuerdo de mi primer amor, de aquellos que quedan clasificados como amores que matan. Fueron unos zapatos rojos de charol.

Fue como suele ocurrir en estas ocasiones, amor a primera vista. Flechazo súbito. Nada más verlos en el escaparate, el instinto de posesión se apoderó de mi pequeña persona.

Me paralicé. No quise dar ni un paso más en falso. Suerte que mi madre se hizo cargo. Lástima que no había mi número. Los únicos que quedaban eran los del escaparate. Me quedaron perfectos, bueno, cuasi perfectos, si encogía un poco los dedos. Pero como todo instinto, el de posesión también es sabio, di un grito de alegría y bailé por la tienda, aparentado comodidad absoluta.

Salí de la tienda resplandeciente, caminando sin levantar la vista del suelo, de mis zapatos claro. Pero la tarde fue larga y mis dedos encogidos no aguantaron más. Nunca más me los pude poner. Desde entonces que estoy convencida que el dolor de pies es el peor de soportar, más aun que el del corazón.

A lo largo de mi vida he tenido otros zapatos, pero la admiración que me provocaron mis zapatos rojos de charol, nunca más la he sentido (por otros zapatos).

Saturday, July 08, 2006

La muerte de la duquesa prometida


Esta es una historia de pasión humana. Humana porque muchas veces, nosotros, los de la especie humana, la pasión lo que nos provoca son deseos de posesión.

La duquesa y el conde se, conocieron en una fiesta organizada por ambas familias. Casi una cita a ciegas, puesto que eran los únicos solteros casaderos del evento lo que no dejaba de ser sospechoso.

Se puede decir que fue un amor a segunda vista. A primera no porque se conocieron en una situación preparada, envasada, desprovista de ingenuidad y genuinidad. Cuando los presentaron sus respectivos padres, mirándose entre ellos con cierta complicidad, la reacción de ambos jóvenes fue de una indeferencia absoluta.

Afortunados los progenitores, surgió una segunda oportunidad debido al aburrimiento. Ya lo he dicho, los únicos de su condición allí presentes.

En este segundo acercamiento, desprovisto de padres que facilitaran la situación, el conde, por aquel entonces un tímido absoluto, tuvo que recurrir a viejas artimañas como el ‘derrame del vino’ sin querer queriendo. Ella impávida, sin alarmarse ni escandalizarse, simplemente se vengó, se tropezó con él y accidentalmente le tiró el ron.

Entre venganza y venganza el alcohol subió y la pasión llegó, y desde ahí su perdición. Una pasión con una entrada no fulminante, pero la curiosidad provocada por el atrevimiento de él, el descaro de ella y la culminación de los estados etílicos dieron comienzo al sueño de ambas familias. Un cortejo entre dos dinastías sin herederos aún.

Comenzó entonces un romance de ensueño, cuando la pareja despertaba, no sabía si era real o si se encontraban aún en el mundo de los sueños, tan perfecto era todo, una perfección que era consecuencia de la mera presencia del otro. Se prometieron amor eterno.

Pero como decía en el inicio, la pasión se transformó en posesión, y lo malo de creer poseer a alguien es que es un engaño que puede llegar a desvelarse si el poseído llega alguna vez a despertar.

Al principio a ella le gustaba. Se daba cuenta hasta cierta medida que estaba siendo poco a poco poseída, pero ello le complacía, se sentía indispensable como el aire y objeto de culto. Por una persona, sí, pero bastaba, no todos aspiramos a dios.

Hasta que un día despertó por la angustia de no poder respirar, soñaba que unas manos apretaban su garganta hasta hacerla ahogar. Transcurrido el alivio inicial, pasó a la meditación y cavilación. Al final lo comprendió, el amado las manos que apretaban, la garganta su corazón y el aire su vida. Huyó.

Huyó a países remotos, recorriendo ciudades, pueblos y montañas tratando de recuperar todos esos momentos robados de su existencia. Sin embargo el mundo antes ancho, hoy con la globalización es un reducto. Él la encontró y la mató. Sino era él, nadie más podría ser su dueño, incluida ella misma.

Lo único hay una cosa con la que él no contó: la resurrección. Aunque eso a él ya hoy no le importa, porque en realidad el deseo de posesión, es el mismo que es de ser poseído y hoy él ya ha encontrado otra pasión.

Monday, June 26, 2006

Se Vende


La señora África aguantó hasta los límites en aquella casa, yo la conocí a un tris de un colapso nervioso.

Vecina mía, la señora África creo que doblaba e incluso triplicaba en edad al resto de la vecindad. Vivía allí desde siempre, fue la casa que la vio nacer y si no llega a ser por mí, hubiese esperado la muerte allí.

Yo había llegado a aquel pueblo de la ribera italiana a fines de verano, justo al comienzo del Master de Biología Marina. Compartía piso como casi todo el resto del edificio. No nos privábamos ni de fiestas ni de vida social, solamente nos faltaba una cosa: dormir, porque cuando decidías por fin descansar, generalmente quedaba en propósito, sin más remedio que ante la imposibilidad de aislarte del permanente bullicio, unirte al resto hasta caer rendida.

Y entre medio de todos nosotros, nuestros gritos, carcajadas y altos decibelios: la señora África, que por cierto, desapercibida no pasaba. Ella, sin saberlo y mucho menos pretenderlo, se había vuelto en nuestro personaje de exhibición. Nunca fallaba. En la cúspide de la noche, cuando ya estábamos todos medios borrachos, la anciana, asomada medio cuerpo de la ventana del patio central, comenzaba su protesta al ritmo de toques de sartén, amenazando con llamados a la policía, bomberos, llamándonos terroristas y personas con mal gusto musical. Como es de esperar, nadie quedaba indiferente, solo que en vez de provocar silencio, lo que lograba eran muchas risas y más de alguna burla.

Pero no siempre fue así. Para empezar, el pueblo hoy turístico y de estudiantes, era de origen pesquero, y el edifico, una vecindad tranquila compuesta mayoritariamente por gente trabajadora que vivía del mar, los que después de una dura jornada caían rendidos. El silencio reinaba en aquel entonces, siendo solo roto por el llanto ocasional de un niño.

África, a diferencia del resto de las mujeres del pueblo, no se rindió al destino. Desde pequeña se prometió a si misma que no se dedicaría a la limpieza ni a la venta del pescado como era la costumbre en aquel entonces. Ella quería ser artista. En sus comienzos probó distintas formas de arte: pintura, escultura, cerámica, etc. Pero viendo que su arte no le generaba ni cerca de lo mínimo para vivir, decidió darle un giro práctico y dedicarse a la elaboración de redes de pescar.

En todo este devenir, sus padres fallecieron, como hija única heredó la casa y se convirtió en mujer casadera. Asistió a la boda de cada una de sus amigas menos a la de ella, porque ningún chico del pueblo se atrevió a casarse con una mujer que no quisiese compartir los afanes del duro negocio del pescado y aquellos que no necesitaban de colaboración, tampoco querían por esposa, a una mujer con ideas raras para educar a sus hijos. Así pues, África permaneció soltera perfeccionando la técnica de confección de redes.

Logró tal perfección, que se hizo reconocida en todos los pueblos de la región. No había pez que se le resistiese. Teñía las cuerdas previamente de vivos colores para atraer a los peces. Adquirió un conocimiento tan profundo de las distintas especies de pez, que llegó a conocer perfectamente los colores favoritos de cada uno, así como también sus formas preferidas; entrelazaba y anudaba las cuerdas formando las figuras más curiosas y originales nunca vistas en una red.

Así pues cada red tenía su especialidad, para los lenguados las rojas con forma de abanico, para los salmones las rosas en forma de col, para los meros las verdes en forma nube, para el pez espada la plateada en forma de escudo, etc. Rompió con el principio del camuflaje en la técnica de la caza, mientras más vistosa, más llamativa y atractiva era la red, más peces lograba atraer, porque, si bien cada tipo de pez tenía distintas preferencias, nunca olvidó que todos, todos los peces son curiosos y no muy listos, de ahí los dichos "tienes cabeza de pez", "menos memoria que un pez", "hablar cabezas de pescado" y más que seguramente desconozco.

Pero las redes de África no sólo atrapaban peces. Porque al igual que los peces, los hombres. No había hombre que se le resistiese. Cada red, una conquista. Porque si bien ningún hombre quiso casarse con ella, eso no significa que no fuese una mujer fuertemente deseada. Y al igual que los peces, los hombres también son muy curiosos. En cuanto un amigo le comentaba al otro las exquisitas y refinadas artes amatorias que África prodigaba a sus amantes, éste no era capaz de resistirse sin ir a verla con la excusa de encargarle una red.

Y así, poco a poco, África se fu volviendo cada vez más popular entre los hombres y los peces y cada vez más temida por el resto de las mujeres. Temían que les robase a su amado, que si bien, puede ser que ya no fuese tan amado al menos si seguía siendo su pescador.

Paralelamente a la popularidad o impopularidad de África, según a quién le preguntemos, el pueblo comenzó a ser frecuentado cada vez más por turistas, atraídos por las espectaculares playas y buen clima. Transformándose de ésta forma de un pueblo principalmente pesquero a un pueblo principalmente turístico. Y con el turismo llegó el dinero y con el dinero la construcción y desarrollo económico.

El dinero, si bien no es la fuente de la felicidad, sí abre puertas. Las mujeres del edificio de África las abrieron para no volver más. Antes de quedarse para ver como sus maridos coqueteaban y tenían su affaire con tal mujer, decidieron huir. Por supuesto, con maridos, hijos y suegra, que remedio. El pueblo a su vez abrió las puertas a la educación, llegando a ser un referente para el estudio de la biología marina a nivel internacional.

Así pues, el edificio de familias, pasó a ser edificio de estudiantes con la señora África envejeciendo en medio de todos nosotros. Su historia, ésta historia me la contó ella la noche pasada, en que ninguna de las dos podíamos dormir. Yo tenía exámenes y quería presentarme descansada, pero aquello era imposible, estaba nerviosa y había una fiesta en frente con la música retumbando en todo el patio. Así que, después de mil vueltas en mi cama, decidí salir al patio central a darme un paseo y fumarme un cigarro. En eso estaba cuando oí las sartenes de mi peculiar vecina. Decidí solidarizar con ella, me fui a por mis instrumentos y nos encontramos en el patio. Unidas las dos tuvimos éxito. Pero como todo éxito, bastante efímero. Pasado el impacto, la música volvió a subir.

Me rendí. Ahí comenzó la señora África a hablar. Habló, habló y habló toda la noche al ritmo del techno-rock. Me presenté al examen sin dormir, aunque me sentía más clara y despejada que nunca. Pero he suspendido. Iba todo bien hasta que he comentado los colores favoritos de los peces y se han reído. No sé qué es lo que más me molesta, si el suspenso o la mirada burlona de cada uno de los profesores e incluso de alumnos, porque cada día el rumor aumenta. Ya se sabe, pueblo chico, infierno grande.

Lo positivo de esto es que he logrado de convencer a la señora África para que al igual que sus contemporáneas, tome una sabia decisión y huya de ahí. Ahora su piso está a la venta. Después de 3/4 de siglo de vida, la señora África está viviendo su primera mudanza.

Saturday, June 03, 2006

La Fuerza de la Inercia


Yo no soy rara. Uno no es rara porque le de miedo ir en tren. El otro día escuché a mi madre decirle a una amiga que estas vacaciones habían pensado que quizás lo más conveniente sería que hiciésemos el viaje en tren, en vista que yo ya había superado una de mis rarezas y ya no me daba un miedo aterrador un viaje en tren.

De acuerdo, el temor a morir es raro. Pero qué tiene de raro tener miedo a morir de un modo tan brutal, como podría decirse...¿aplastado?, ¿golpeado?, por la fuerza de un tren en marcha. La gente mayor es bastante extraña, le preocupan asuntos por los que no pueden hacer nada, solo preocuparse, en cambio, se desplazan tranquilamente por los pasillos de un tren, sin temor a dar un salto y verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren, lo que podría tener mortales consecuencias.

A lo mejor es que no se han dado cuenta, porque los mayores no saltan y tienen escasa, sino es que nula imaginación, y muchos, muchos temores sin razón. Por ejemplo, -cuidado te vas a manchar-, evidencia el continúo temor que viven los mayores, y ésta frase no sólo la dice mi madre, sino que también mis tías, mi abuela, incluso mi prima mayor cada vez que me dejan a su cuidado. Yo no entiendo qué hay de malo en ello, si por eso se lava la ropa, ¿no es así?. Las manchas tienen fácil solución. En cambio verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren es distinto. Eso no tiene reversa.

El otro día me dio mucha risa, me enteré que mi madre también había sido niña. Me estaba enseñando una fotos en blanco y negro, había una en que figuraban dos niñas apoyadas en un coche, sonriendo y vestidas de blanco, le pregunté que quiénes eran y me contestó que ella y su hermana (mi tía), ¡¡¿¿...??!! al principio no le creí, luego me explicó que todos los mayores han sido niños, no lo podía creer, incluso la abuela!!! me la imaginaba toda quieta en los recreos para no mancharse mientras sus amigas corrían por ahí. Así de quieta, como la abuela en los recreos, iba yo en los trenes, porque verse de un modo ipsofacto lanzada por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren no le hace gracia nadie. Eso inmoviliza a cualquiera.

Esto de que mi madre también ha sido niña, me ha desvelado muchos misterios. Por ejemplo ya sé que no juega a escondidas. Resulta que las muñecas que tiene con cara de porcelana guardadas en el armario, no están escondidas, sino que las guarda de recuerdo. Así me explicó, cuando le guiñé un ojo de complicidad al señalarle la caja supuestamente misteriosa para mi. Por eso que no me las presta, porque son delicadas y si yo las rompo, igual se olvida que un día fue niña, aunque yo creo que ya se le ha olvidado bastante, si no sabe ni jugar, ayer mismo jugando a las meriendas escupió mi riquísimo café y se puso a chillar que qué le había echado a "eso". Así es cuando te haces mayor, automáticamente se te quitan las ganas de jugar, yo no me lo creo mucho, yo seguiré jugando aunque sea a escondidas para no ser rara. Además, asi no se me olvidaré de jugar nunca jamás.

El otro misterio que se me ha desvelado, es el por qué los mayores son impasibles a la posibilidad de verse de un modo ipsofacto lanzado por las fuerzas invisibles al extremo opuesto del tren. El otro día le pregunté a mi madre si ella saltaba y viajaba en tren cuando era niña, como a ambas preguntas me contestó que sí, entonces le pregunté que qué hacía en los trenes. Al principio, a juzgar por su expresión, se extrañó un poco, luego lentamente empezó a reir, resulta que armaba unas buenas correrías por los pasillos, era uno de los juegos favoritos con su hermana (mi tía), las carreras en el tren de principio a fin, sortenado toda clase de obstáculos en los pasillos. Y ahí la extrañada fui yo, ¿cómo un ser con tanta visión para trágicas consecuencias corría por los vagones tan descuidadamente???!!!. Nunca había visto reirse tanto a mi madre. Se estuvo carcajeando una semana entera de mi aprehensión de viajar en tren además de contárselo a todo el mundo.

Ahora ya no tengo miedo a los viajes en tren. Mi madre me ha explicado lo de la Fuerza de la Inercia. Ya salto sin temores en todos lados, en los trenes, en los ascensores, en los aviones, etc. Y también por esa misma razón, ahora no me gusta ir en coche, porque si derepente el conductor frenase, yo saldría despedida hacia adelante. Y nadie le gustaría verse de un modo ipsofacto lanzado por la fuerza de la inercia a través del parabrisas.

Tuesday, May 23, 2006

Fuera esas Putas Oñas (publireportaje)


"Fuera esas Putas Oñas" es la última novedad en medicina que ayuda a recuperar la personalidad propia para aquellas mujeres víctimas del síndrome premenstrual. Está basado en un complejo vitamínico, que lo hace poco agresivo con el cuerpo, al tener nulos efectos nocivos secundarios.

Este revolucionario tratamiento ha sido desarrollado por un grupo de científicos y estudiosos provenientes de diversos campos de la medicina, sicología, siquiatría y ciencias alternativas. Este grupo ha dedicado 5 años al estudio en profundidad de las hormonas en relación con el comportamiento feminino durante el ciclo menstrual. Han logrado aislar el impacto de las fluctuaciones de los niveles hormonales en la siquis femenina.

El mayor logro de este estudio ha sido la identificación de aquellas hormonas que debido a una sobrereacción del cuerpo son segregadas sin ser realmente necesarias, siendo las culpables de las alteraciones sicológicas durante el período premenstrual. A este grupo de hormonas pertenecen los excesos de hormonas foliculoestimulantes (FSH), de estrógenos, de hormonas luteinizantes (LH), de progesterona y de prostaglandinas. A este conjunto sobrante se le ha denominado Oñas.

La culminación de esta ardua investigación lo ha permitido el hallazgo de la composición vitamínica exacta, que desencadena una reacción química a medida en cada mujer que elimina las Oñas. El éxito de este complejo, radica en que es un reaccionante, lo que permite que la segregación de químicos sea la justa y necesaria para cada caso individual, evitando desajustes y por ende efectos secundarios en el organismo.

El laboratorio y sede principal de este estudio se puede apreciar en la foto superior. El deterioro del inmueble ha sido provocado por aquellas mujeres que durante el período premenstrual fueron sometidas a observación siendo recluidas y permanentemente provocadas para explorar sus límites síquicos. Este método utilizado con fines científicos ha sido considerado poco ortodoxo por distintas organizaciones defensoras de los derechos humanos, las que han levantado varias demandas a este grupo de estudiosos. Sin embargo, dado los niveles de éxito alcanzado, es de esperar que poco a poco las vayan retirando.

Sunday, May 21, 2006

Avidez de información


¿Has tenido alguna vez la necesidad de saber qué sucede en cada lugar del mundo? yo no, pero Diego un kioskero que a veces le compro el periódico los domingos, sí.

El domingo pasado me contó la historia de su afán. Esta obsesión la ha tenido desde que recuerda. Al principio, como no sabía leer, preguntaba a sus padres, aunque sin duda prefería interrogar a sus abuelos, que solían saber más y ser más pacientes con él. Aún así para satisfacer su voracidad de conocimientos, se urgió a independizarse y ser un lector precoz. Su infancia transcurrió bastante normal, más lector y retirado que el resto de los niños, pero su generosidad en la divulgación de lo aprendido, le hizo ganar un reconocimiento entre sus compañeros e incluso profesores, llegando a ser muy querido y respetado.

Ya más tarde decidió estudiar periodismo, en la se destacó por su avidez de conocimiento, y por ser un estudiante exhaustivo e inagotable, lo que lo condujo a ser uno de los mejores alumnos de su generación.

Sin embargo, una vez egresado, aunque no tuvo problemas en encontrar trabajo, ninguno le gustaba y viceversa, no le dejaban tiempo para enterarse de lo que acontecía fuera de su ámbito de actuación. Tenía que conformarse con una parte, a su juicio, bastante parcial de los hechos. Había llegado la hora de especializarse, el mundo laboral se lo exígia. Pero ¿en qué? nada era lo suficientemente interesante para desestimar el resto de las áreas y al revés. Era el todo lo que él quería. Además, al contrario que la mayoría de los periodistas, él no opinaba, no le interesaba. Total se decía, lo que ha de suceder, sucederá igual. Solamente tenía la necesidad de saberlo todo.

Así pues para Diego comenzó la época que recuerda con mayores agobios y frustraciones de su vida. Se sentía incomprendido y aturdido. Ya no sabía si él estaba errado o el mundo, siempre tan amable con él se había cansado y ahora estaba en su contra. Hasta que un día, corriendo a redacción, se detuvo en un kiosko. Desde su época estudiantil que casi ya no tenía la necesidad de comprar la prensa, en su trabajo solían disponer de más incluso de la que le diese tiempo a leer y cada vez era mayor la pila de revistas sin leer de las suscripciones por correo. El kioskero, un señor simpático, le comentó el resultado de las elecciones en Italia y el desempeño de Alonso el día anterior. Continuó su camino, aunque con un pálpito extraño, algo le había dejado entrever el amable kioskero.

El resto de la historia, ya la sabeis. Diego ha encontrado su destino. Ahora está emocionado con la próxima instalación de internet wi-fi en el kiosko. Sin duda le permitirá estar enterado de todo. Yo también estoy muy contenta de tenerlo por kioskero, ahora de camino al trabajo, he de mencionar que trabajo en bolsa, me detengo 5 minutos en su kiosko y me cuenta el panorama, yo le hago preguntas y en caso de no saber constestarlas o tener la más mínima duda me las resuleve para el día siguiente. Sospecho que mi jefe, sin saberlo, también está muy contento de que yo conozca a Diego.

Wednesday, May 17, 2006

Cosas de familia


Mi tía que ultimamente se comportaba de un modo un tanto extraño, por fin la he comprendido. La verdad, cada día la cosa iba a peor. Todo comenzó con la típica pérdida de memoria, un domingo que me llamó al móvil, alarmada porque en la oficina nadie le contestaba; otro cuando me presenté en su casa a cenar me abrió la puerta en camisón siendo que me había invitado durante la misma mañana...osea me imagino que nada muy distinto a los típicos descuidos, un poco más agudos que los que pueda tener cualquier persona de su edad, pero aún así, en ella, una persona de naturaleza despistada, esto no nos alarmó. Tanto es así que en la familia empezamos a hacer una colección de las extravagancias de la tía, que amenizaron nuestras reuniones familiares durante varios meses.

¡Qué ingenuos y descuidados fuimos!. Nadie sospechó nada hasta el anuncio que nos desconcertó: la tía se había matriculado en la universidad, en Turismo especícficamente, ¿?, bueno ese detalle al menos concordaba con su personalidad viajera y ávida de conocimiento de mundo, confirmaba que seguía siendo la misma. Aún así nos inquietó y nos propusimos indagar entre sus amistades y digo propusimos, porque no llegamos muy lejos, resulta que las había dejado de frecuentar, ella siempre tan social. Más extraño aún, el portero, nos comentó que llevaba una temporada haciendo reuniones que duraban hasta altas horas de la madrugada en la que asistían, al parecer sus compañeros de facultad. Nada dificil de corroborar, todos los vecinos habían protestado por los altos decibeles de la música.

Sin embargo la alarma hasta ese momento no había sonado claramente para nosotros. A todos nos seguían pareciendo extravagancias, un tanto extremas, de nuestra querida tía. El día que realmente me preocupó, fue cuando se presentó en mi casa vestida como una joven de 20 años, masticando chicle, pidiendo que la acompañase a comprar entradas para Benicasim (festival de música internacional de tres días de duración). En ese momento me alarmé, más que eso, casi me desmayé, mi jovial pariente me tuvo que reanimar.

Después de casi un año de doctores, siquiatras, sicólogos, médicos alternativos, etc., sin conseguir dos diagnósticos iguales, concluímos que todos estaban, cuando menos, desorientados. Es importante mencionar que siempre llevábamos a la tía con qualquier excusa, nunca nadie le expresó sus temores, primero para no asustarla, segundo para no confundirla.

Hasta que un día me llamó para que la fuese a buscar a la facultad para tomarnos un café y contarme algo, ¡cómo no acudir!, presentía una revelación. La foto la saqué sin que se diera cuenta ese día mientras me esperaba a la salida.

Resulta que no está no loca, ni padece alzheimer, ni nada similar. Simplemente, como dice ella, está de regresión. Eso, que un día se encontró asistiendo cada vez a más funerales y menos cumpleaños, lo que le llevó a la conclusión que un día cercano le tocaría a ella. La sola visualización de todos llorando alredor de su ataud le provocó insomio. Estuvo toda la noche pensando, dándole vueltas a la situación, hasta que entre vuelta y vuelta halló la solución: decrecer.

Lo más curioso de todo esto, es que empezó paulatinamente, es decir, de su edad actual (una incógnita para mi hasta la fecha), no saltó hasta la juvenud, que fue cuando nos preocupamos realmente. Sino que llevaba varios meses decreciendo, aunque admitió que hacia los 50 había perdido la paciencia y por eso en tan corto tiempo había llegado a los 20.

Yo, como ella me ha pedido, se lo he explicado al resto de la familia. Ha sido un poco difícil con algunos, sobre todo con los más reacios al cambio, pero ya nos estamos acostumbrando. Mi hija de 10 años es la más comprensiva y entusiasta, yo sospecho que es porque ve que a este paso pronto podrá jugar con la tía y sus joyas, hasta ahora denegadas. Yo creo que no se debería ilusionar tanto, la tía ahora se ha enamorado y ya se sabe, los adolescentes cambian constatemente de opinión.

Monday, May 15, 2006

El genovesito


El otro día conocí a un niño que le pasa lo mismo que a mi, que cuando quiere mucho algo, de un modo quizás insconciente, lo consigue. Bueno, este niño tiene diez años y no me lo ha expresado así tan explícito, pero yo lo puedo suponer por su historia y por cómo me la ha contado.
Yo lo comprendo, porque no es fácil asumir la responsabilidad que esto conlleva y sobre todo si se tienen solo 10 años como es su caso.

El de la foto es su tío, y se lleva fenomenal con él. Su tío hace espectáculos callejeros y siempre está viajando. La historia es que Giovanni, (el niño, que sale pensativo y con una camiseta a rayas en la foto), cada vez que su tío iba a Génova, su ciudad, después de pasar una temporada junto a su sobrino, en la que incluso el pequeño llegaba a colaborar en los espectáculos, este último siempre terminaba llorando en el puerto a la hora de su partida, y tanto llegaba a exasperar a sus padres que éstos terminaban, por puro agotamiento, dejándole solo hasta que se desahogase o ahogase en sus lágrimas, lo primero que ocurriese.

La última vez que fue su tío, tres meses antes que yo conociese a Giovanni y sacase esta foto, los padres, como en el colegio estaban de vacaciones, accedieron a las peticiones del niño y se marchó con su tío de gira por Italia. Lo pasó genial, el mejor verano de su vida, incluso aprendió a manejar los títeres y al final obtuvo su papel en la obra, y es que Giovanni sin duda, es poseedor de un gran talento. Yo lo ví y es asombroso, se transfigura en escena, traspasa un alma a cada títere, éstos adquieren vida, y pueden llegar a interpretar lo que sea, un anciano, una bestia, una princesa; su genio no tiene límites.

Ahora sin embargo, está un poco asustado de sus deseos, que es seguir con su tío en el mundo callejero del espectáculo, y ahora mismo, no 10 años más tarde. Y ahora es muy pronto. Es no terminar el colegio. Es vivir la vida de un modo distinto al de sus padres. Es hacer su elección de vida antes de tiempo, antes de tener, bajo los términos convencionales, el derecho a ello.

Lo peor del caso, el motivo de su angustia, el por qué de esa experesión pensativa, es que sabe que lo logrará, pero no sabe cómo, puesto que como es de suponer, sus padres no lo consentirán.

Y es que en el fondo, teme quedarse huérfano. Y yo comprendo su temor, porque a los que nos sucede lo que deseamos, no siempre nos sale gratis.

Con perspectiva de hormiga

Resulta que lo que a mi me va es la ciudad. Soy lo que podría decirse una hormiga urbana. Extremadamente urbana. Odio la tierra y comer polvo. Lo único que rescato del campo es el olor después de la lluvia, aquí en la ciudad, cuando llueve, lo paso bastante mal, en el asfalto se forman demasiado rápido los charcos y no siempre me da tiempo a guarecerme en el mejor lugar.

Hoy es un día de aquellos. En los que se ha puesto a llover sin previo aviso y a lo único que me ha dado tiempo es a guarecerme en una lata de Coca-cola, que si te fijas llega a salir un cachín en la foto. Todo pintaba bastante bien en un principio, iba a esperar que pasase el agucero pacientemente, pero con lo que no contaba es que unos niños confundiesen una lata con una pelota. Desconcertante.

Rodé y rodé, yo, la lata y un resto de Coca-cola sobrante, que con cada patada se sacudía entera, una verdadera pesadilla, que parecía que nunca más iba a acabar. Hasta que por fin recibimos el impacto final. Un choque con el bolón que está justo delante de la lata en la foto. Los niños siguieron camino y nadie más se acercó a patearnos.

De todos modos, más vale ser precavida, en cuanto me desaturdí un poco, salí inmediatamente de tan inoportuno refugio.

Y ahora aquí estoy agazapada tras el bolón. Perdidísima, desorientadísima y pegote por los restos de Coca-cola, aunque no he perdido el ánimo, ya que soy de naturaleza intrépida y aventurera. La verdad no sé que se hace cuando a una le pasa esto en condición de hormiga. He sido desplazada para mi perspectiva el equivalente a kilómetros y kilómetros de mi hogar que ni siquiera sé dónde está. ¿Qué hago?.

Un mensaje desde Barcelona


Hola, soy Alicia y estoy aburrida. Desde que me pusieron aquí, he estado aburrida. Ya son cinco años, que no son pocos, en el fondo de este callejón, casi no pasa nada y ni que decir los domingos, no se asoma ni dios.
Antes, cuando estaba en el Corte Inglés, era otra historia. Siempre, siempre pasaba gente, riendo, conversando, discutiendo y te enterabas de cosas, unas más interesantes que otras por supuesto, pero ahora daría lo que fuese por escuchar hasta los más absurdos y aburridos comentarios.
¡Que tiempos gloriosos! me solían exhibir en invierno con vestidos de noche, de famosos diseñadores, me veía de un glamour estripitoso; los veranos, casi siempre en bikini, luciendo mi cuerpo perfecto.
Me encantaba cuando se pasmaban delante mío y me ocontemplaban con admiración, e incluso con envidia, que se evidenciaban con comentarios del tipo, -claro el bikini en ese cuerpo, con esa cintura, maravilloso...en mi...humm-
Ahora de glamour nada. Aquí me tienen, de rapera. No lo soporto. Además quiero volver a tener mis fans, quiero sentir de nuevo las miradas de deseo por tener mi ropa, tener mi cuerpo, ser como yo... Pero claro, el Corte Inglés solo es para diosas y cuando te dejan caer y se te descascara una pierna entera, pasas a ser objeto de remate.
A veces me pregunto ¿qué habrá sido del resto? ¿quién sigue allí? ¿quién más ha sido rematado? ¿cuáles habrán sido sus destinos?
Por favor si lees esto y eras compañera/o mía o sabes de alguno de ellos, escríbeme, me gustaría retomar contacto.
Un saludo y mis agradecimientos a Burbujas que ayuda un maniquí abandonado a su suerte a difundir este mensaje.

Próspero negocio


Mi tío ha montado su propio negocio. Resulta que lo de la basura en los países desarrollados, para el que no lo sepa, se ha vuelto en una fuente de artículos de segunda mano de lo más variados e interesantes. La gente jóven, sobre todo, ya no tiene ningún pudor en asomarse a los container y recoger mesas, sillas, sofás, e incluso ropa.
Mi tío, que es muy observador, ha detectado un gran potencial y ha estado siguiendo este fénomeno de cerca e incluso ha desarrollado estadísticas y anotaciones de algunos containers clave. Ha anotado qué es lo que la gente abandona con mayor frecuencia, por quién es recogido, que en su gran mayoría son gente adulta de medios escasos (o al menos en apariencia), gente jóven que no se casa, no muy pija (si te casas te amueblan la casa) y restauradores. Ha identificado los containers en los que depositan más objetos interesantes y familiarizado con quiénes recogen estos artículos. Así pues ha desarrollado su negocio.
Ahora los domingos, está en Navacerrada instalado con su hijo que está de ayudante-aprendiz, va a por coca-cola cuando hace calor y además como es muy mono y simpático, atrae a la clientela. El tema es que se adueña de la basura mientras esté ahí. Así sin más. Como uno que va la recoge y se la lleva a su casa. Pues él llega, dice esto es mío, la examina, detecta las posibles mejoras, y se instala ante el container. Luego se la ofrece a los demás pero con valor añadido, para no ser tan jeta, como es muy manitas y sabe cómo arreglar las cosas, da las instrucciones de como dejar bastante apañado el mueble o aparato en cuestión. La mayoría de la gente paga bastante contenta, es que tiene mucha mano izquierda, sabe cuanto cobrar a cada uno, les sugiere que se lleven otros elementos que no habían visto que serán de su gusto, se compromete a reservarles, si aparecen, determinados objetos, y otros detalles que son valorados.
Ya se está haciendo conocido, el otro día que un ex-cliente recogió una mesa de un container fuera de sus dominios, luego se pasó a preguntarle qué le acosejaba hacer, si barnizarla o pintarla directamente de otro color.
Dice que es muy entretenido, y te quitas de todo ajetreo de compras, manejo de inventario y por supuesto garantías. De más está decir sobre cualquier pago de alquiler.

Por ahora es todo lo que sé. Otro día me pasaré a saludarle para ver cómo va todo. Por mientras si podéis hacer sugerencias os lo agradecería, mi tío que sabe el potencial de internet y reconoce el valor de la aportación de terceros me ha pedido que cuente su nuevo negocio en este blog a ver si salen buenas ideas. Él ya está pensando, ahora que está haciendo calor, mi primo, va a vender limonada.