Friday, April 04, 2008

La Despedida



Muy buenas tardes a los dos. Os sorprenderá esta convocatoria, ¿no es así?, no digo por repentina, pues a eso en esta empresa estamos habituados, aunque más correcto sería decir que “yo” estoy acostumbrado, si, si a tus llamados urgentísimos Juan, como por ejemplo para hacer un informe que sabes de antemano que no leerás, o conseguirme un número de teléfono al que no llamarás, ¿cómo les dices tú? Ah si! “tareas motivadoras”, es decir, más conocidas como “putear y hacer perder el tiempo a los demás”. Uy Elena, qué cara pones, cualquiera diría que no conoces el verbo putear, ¡pero si tú lo haces muy bien! Como iba diciendo, lo sorpresivo de esta reunión, es pues quién la convoca, yo, el último de la fila, ¿o me equivoco?. No es necesario que contestéis, hasta ahora la respuesta la sabemos. Noto que me miráis con impaciencia, la curiosidad apremia ¿eh?, en fin, aún así os agradezco vuestra puntualidad. Pero no tengáis tanta prisa, la curiosidad mató al gato dicen por ahí. Esta bien, no dilato más este momento, no quisiera que por mi pospusierais vuestros importantes asuntos, pero tranquilos, que tiempo habrá de sobra para vuestras reuniones “tete tu tete”. En fin, voy al grano, que remedio, pero entenderme, no todos los días tengo esta oportunidad; deciros lo que verdaderamente pienso de vosotros dos. Recibirlo como mi regalo de despedida. Nunca se sabe, algún día quizás os sirva. ¿Sorprendidos?, pues paciencia, que comenzaré desde el principio.

Primero que nada quiero aclarar, que desde mis inicios en este despacho, no ha pasado un solo día durante estos 4 años sin que me haya sentido fuera de lugar. Curioso, si tenemos en cuenta que soy el sobrino del dueño. Es como si mi parentesco, en vez de haberme otorgado derechos me los hubiese quitado.

Al principio, debido a mi juventud e inexperiencia, creí que habían decidido contratarme únicamente por esta razón. Inocente de mi, como si los 5 años de carrera, los tres idiomas, el master y las prácticas no aportasen nada. Pero cómo no pensarlo, si tu Juan, mi jefe y supuestamente mi tutor, es decir el responsable de mi aprendizaje y carrera en esta empresa, lo primero que hiciste fue presentarme al resto del personal con una sonrisa aparentemente benevolente, sin dejar de recalcar que era el sobrino de Don Elías, el enchufado. No digas nada, ya no vale la pena. Así fue siempre. Nunca reconociste mis méritos. Es más aún, cada vez que alguien me pedía algo, por temor a que destacase me excusabas diciendo que ya tenía suficiente con tus encargos, que no me atosigasen. Así me di cuenta que eres un esclavo de tu envidia y tus celos.

Aún recuerdo el primer día que entré a trabajar. Después de presentarme al resto del personal, solamente porque te lo había ordenado mi tío, cómo me aclaraste que te sería indiferente. Primero te enfrascaste en una conversación telefónica, luego te metiste en una reunión, y al fin, cuando pude preguntarte en qué podía ayudar, cansado de mirar las paredes y hacer que leía las revistas de negocio obsoletas de la mesa de recepción, me dijiste “Chaval, tengo que atender asuntos serios. Ahora no puedo perder el tiempo”. ¿Perder el tiempo?, te das cuenta Juan de lo que me dijiste, ¿pero desde cuando que tú has tenido al tiempo?, sin duda siempre has tenido delirios de grandeza.

¿Y cuáles eran tus asuntos serios? ¿Elena?. No a ella nunca la tomaste en serio. Lástima para ti, Elena. Aunque debes haber gozado con su indiferencia. Hasta que te conocí, no sospechaba que existiese alguien que pudiese disfrutar tanto sufriendo. Eres el masoquismo hecho mujer. Por favor, confiésame que tus tres atropellos no fueron un accidente y que realmente te abalanzaste debajo de esos coches. Me acuerdo como nos contabas los pormenores apoyándote en tus muletas con aires de víctima resignada. Por cierto, es en aquellas ocasiones cuando más te levantabas de tu asiento, a por café, a sacar fotocopias, a cualquier cosa. Me acuerdo, porque era cuando más me aburría, me dejabas sin tareas para así poder pasearte en muletas a vista de todos. Fue, gracias a aquellas ocasiones, que empecé a darme cuenta que me habíais relegado a la posición del secretario de la secretaria del secretario personal de mi tío. Brillante maquinación.

Fue por eso quizás, por ese ansia tuya de sufrimiento, que aunque Juan te causase repulsión, que aceptaste quedarte con él después que nos fuésemos todos a casa. Si, si, no me miréis así, ¿o es que acaso Juan, crees que tu inflada barriga, tu papada caída y tu cabeza de billar son muy seductores?, o quizás piensas que tu olor penetrante a axila y aliento a puro hace tambalear a las féminas. No lo niegues ahora Elena, no trates de quedar bien. Todos nos percatamos del asco que te daba y nadie entendía cómo podías dejarte seducir por el viejo más asqueroso de este lugar. Pero yo sí que me di cuenta. ¿Cómo no observarte con todo el tiempo ocioso que me dejabais? Fue por ser la víctima de esta oficina en primer lugar, que permitiste que abusase de ti, ¿no es así? No hace falta que me contestes, lo se con certeza absoluta.

Ay! Elena durante todos estos años, verte la cara de sufrimiento y amargura nada más abrir la puerta, ha sido un suplicio. Pero nada comparado con el que he tenido que soportar por ti Juan. Tu envidia y capacidad de abuso no tienen límites. Sin duda, eres lo más bajo de la raza que he conocido. No sé como lograste la confianza del buenazo de mi tío, tu astucia sin duda te ayudó a ello. Seguramente, si no hubiese sido por su enfermedad se hubiese dado cuenta de tus vilezas. Al menos el pobre viejo murió tranquilo y confiado.

¿Pero sabéis por qué murió tan confiado? Supongo que no seréis tan ingenuos de suponer que se fue a la tumba sin dejar un testamento en toda regla. A falta de hijos, me ha nombrado como su único heredero. Quizás Juan, al fin y al cabo no eres tan listo, te faltó visión de futuro, me tendrías que haber puesto de tu lado, hacerme la pelota, como a mi tío. Ahora, el que manda en este despacho soy yo y como primera medida de mi nueva dirección he decidido renovar al personal. Juan, Elena, estáis despedidos.

No comments: